Me desagrada reconocerlo, pero como una gran mayoría, soy de los que encuentra la temporada deprimente. Aunque básicamente, la semana pasada, me enojó más qué otra cosa que la tarjeta de crédito que nunca uso, no fuera aceptada cuando necesitaba usarla. Eso ya después me hizo deprimirme por momentos, al no poder regalarle a la familia lo que originalmente había planeado. Pero bueno, ya no paso mis Navidades en otros lugares con los amigos, casi no bebo alcohol, y he dejado un par de malos vicios, ¿no es eso suficiente regalo? Creo que al final lo fue, pues por fin pasamos una Navidad llena de sonrisas y diversión, en vez de estar discutiendo por frugalidades. Es como le decía al h.de.p que me llamó para presionarme respecto a mi otra tarjeta de crédito cuando me decía que si no pagaba para un día específico, me cobrarían intereses: "Pues cóbrenme, carajo, la vida es simple..."
viernes, 25 de diciembre de 2009
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