domingo, 24 de octubre de 2010

Quince años después...

De haber entrado a la Santería por indicaciones de mi padre, su padrino -Don José- y el que sería mi padrino, me tropiezo ocasionalmente con gente interesada, fascinada con este culto. Personas que en general tienen la idea superficial, o por lo menos ajena, de lo que han leído en internet. Ciertamente, a veces harta que TODO -o casi todo- esté en la red.

Ahora cualquier hijo de vecino puede leer el Kybalion, estudiar Wicca, leer a  a Aleister Crowley, Saint Germaine y otros, cuando en el pasado, dependía de una verdadera búsqueda espiritual y material, tanto local, como internacionalmente, del instinto, del destino. Surge siempre el tema de si el conocimiento debería estar al alcance de todos, y desde épocas ancestrales, se ha buscado limitar el acceso al mismo. Aún ahora, cuando la tecnología, la satanizada globalización, podría permitirlo, debemos ser capaces de distinguir entre tipos de información, la fuente de ésta, y al final, cuestionar, analizar, discernir, porque no podemos creer que todo lo que leemos o encontramos en "La Red" es definitivamente cierto.


¿Sirve de algo decir estas palabras por escrito en un universo virtual al que además pocos tienen acceso -me refiero a que no a toda la gente que conozco le hago llegar mi blog-? Quizás.

Al final, son sólo pensamientos, que flotarán inertes en este espacio hasta que alguien los lea, y entienda, que en ocasiones la búsqueda es innecesaria, pues el saber siempre estuvo ahí, debajo de la higuera en el patio trasero de su corazón.

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